De la “maldición de las materias primas” a la bendición de las exportaciones con valor añadido
De la “maldición de las materias primas” a la
bendición de las exportaciones con valor añadido
Infolatam
Madrid, 25 de enero de 2016
Madrid, 25 de enero de 2016
(Infolatam, por Rogelio Núñez)-. Las materias primas han pasado de ser consideradas las causantes de la
bonanza latinoamericana en la “Década Dorada” (2003-2013) a ser
señaladas como las responsables de la actual ralentización. Se vuelve a hablar de “maldición de las materias primas” cuando la real
maldición es no saberlas utilizar con inteligencia.
El precio de las materias primas, principal producto
de exportación de la mayoría de países de América latina, se ha desplomado a lo
largo de 2015 y prosigue en lo poco que ha transcurrido de este nuevo año de
2016.
“Si en los próximos años los países de la región no
logran diversificar sus economías y que las empresas innoven más, aparte de
crecer por debajo de sus posibilidades, dependerán de la volatilidad de los
mercados externos”, afirma Jamele Rigolini, economista del Banco Mundial.
Esa bajada es generalizada porque le ha ocurrido al
petróleo, al cobre o a la soja…
La maldición de las materias primas
El petróleo ha caído por
debajo de los 30 dólares cuando hace un año y medio superaba los 100. Las
cotizaciones han perdido más de 30% solamente en 2015, y un 15% desde
principios de este año.
El precio del cobre, principal mineral de
exportación de Chile o Perú, se ubicó en 1,99 dólares la libra, siendo la peor
caída que registra desde 2009. Durante una década la economía chilena se
benefició del “superciclo” de precios del cobre: el metal saltó desde los US$
1,4 la libra en el decenio anterior (de 1995 a 2004), a superar incluso los US$
4 en la Bolsa de Metales de Londres (BML).
Sin embargo, la desaceleración de la economía mundial
desde 2013 han motivado un gradual retroceso de la materia prima, que lo llevó
a caer de los US$ 2 la libra por primera vez desde mayo de 2009. Sólo desde
mayo de 2015 el metal ha perdido 32% de su valor, ubicándose en US$ 1,986 la
libra.
De igual forma, el precio de la soja, vital
para Argentina, Paraguay y Brasil, se mueve en torno a los 321 dólares
por tonelada cuando en la década pasada rondaba los 600.
Caída del precio del petróleo entre 2014 y
comienzos de 2015
Esta situación provoca que se vuelva a resurgir un
tópico, el de la “maldición de las materias primas”.
Incluso el FMI en 2015 llegó a
sostener que “los recursos naturales podrían ser una bendición para un país.
Las riquezas naturales deberían facilitar la financiación de la inversión para
un crecimiento sostenible y, al mismo tiempo, deberían permitir al gobierno
prestar servicios sociales básicos. Sin embargo, un número importante de países
ricos en recursos naturales han intentado aprovechar estos recursos para
aumentar el crecimiento económico y los niveles de vida, pero han sido víctimas
de la llamada maldición de los recursos”.
Parece que se ha abierto la veda contra las materias
primas y que lo que predomina es la idea de que los países latinoamericanos
deben abandonar su apuesta por los commodities.
Una renovada apuesta por las materias
primas
En realidad, América latina entra en una fase en la
que las reformas estructurales deben ir por una senda muy definida: apostar por
ser más competitivos siendo más productivos (mejorar los sistemas educativos y
las infraestructuras).
Como señaló Enrique García, presidente
de CAF-banco de desarrollo latinoamericano-, durante un foro de CAF y London
School of Economics celebrado recientemente en Londres y titulado Gobernanza
global en una era de incertidumbre, “la actual crisis debe ser
entendida como una oportunidad para abordar las reformas estructurales
sustanciales que no hicimos en los años de bonanza. Reformas a largo plazo que
cambien el modelo productivo, reformas encaminadas a la transición hacia un
modelo económico de ventajas competitivas: invertir en infraestructuras y en
educación”.
Además, las economías latinoamericanas deben apostar
por la innovación y por la diversificación. Diversificar las exportaciones y
diversificar los mercados hacia los que se dirigen esas exportaciones.
Como apunta en el Nuevo Herald Andrés
Oppenheimmer, “uno de los principales problemas es que muchos países de la
región están exportando sólo un puñado de productos, en algunos casos las
materias primas que han estado vendiendo al exterior desde hace un siglo. Y
cuando los precios internacionales de estas exportaciones caen, la economía de
la región se desploma”.
Paolo Giordano, economista principal
del Departamento de Integración y Comercio del BID, le comentó al propio
Oppenheimer como Venezuela depende de un solo producto, el petróleo, para el
96% de sus ingresos de exportaciones, y Ecuador depende de cuatro productos
para el 75% de sus exportaciones. Colombia, Bolivia y Paraguay dependen de
menos de 10 productos para el 75% de sus exportaciones, mientras que Chile,
Perú y Panmá dependen de 23 productos para llegar a ese porcentaje, y la
Argentina, de unos 50 productos. La excepción es México, que hasta hace algunas
décadas dependía del petróleo, que en la actualidad se basa en 132 productos
para el 75% de sus ingresos de exportación.
La Cepal señala en referencia a las
exportaciones a China, “la principal asignatura pendiente para nuestra región
en su relación con el gigante asiático es la diversificación exportadora, según
un nuevo documento dado a conocer hoy por la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (CEPAL). Tan solo cinco productos, todos primarios,
representaron 75% del valor de los envíos regionales al país asiático en 2013”.
La clave para que América Latina aumente
el valor agregado de sus exportaciones está en incorporar tecnología
(innovación), conocimientos (educación), gestión, mejores infraestructuras y
servicios comerciales o financieros, que hagan más competitivas y más valiosas
sus exportaciones.
Este conjunto de reformas es prioritario y en todas
ellas las materias primas tienen un papel muy importante que cumplir. América
latina debe aspirar a seguir siendo una región exportadora de materias primas
(no solo, pero también) aunque a partir de ahora con alto valor añadido.
Los países latinoamericanos deben tener políticas de
Estado que fomenten la innovación allí donde ya poseen mayores ventajas
competitivas. Costa Rica o Chile son un buen ejemplo de ello.
El país andino exporta salmón con mucha tecnología
asociada a la industria salmonera. Costa Rica es uno de los
pocos del mundo con balanza comercial positiva con China, gracias a sus
importantes exportaciones tecnológicas especialmente de microprocesadores.
Asimismo sobresalen los casos de la agroindustria en Brasil y Argentina.
Mario Bergara, actual presidente del
Banco Central de Uruguay, sostenía cuando ocupaba el cargo de Ministro de
Economía que “no siempre las materias primas son necesariamente bienes sin
valor agregado. Una tonelada de carne hoy, exportada desde Uruguay, es
completamente diferente que una tonelada de carne exportada hace veinte años”,
ya que hay un factor de diferenciación de calidad, posible y demostrable
gracias a la trazabilidad de la carne desde el nacimiento del animal hasta el
plato, que aporta ese valor añadido.
Por lo tanto, la clave para que América Latina aumente
el valor agregado de sus exportaciones está en incorporar tecnología
(innovación), conocimientos (educación), gestión, mejores infraestructuras y
servicios comerciales o financieros, que hagan más competitivas y más valiosas
a sus exportaciones.
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