Extractos de una conferencia

Extractos de una conferencia realizada en Santiago de Chile por el autor del  libro: El capital en el siglo XXI, Thomas Piketty.
Su libro hace un recorrido histórico sobre la desigualdad y concluye que mientras el rendimiento del capital crezca más rápido que la economía, ésta seguirá aumentando.
Como solución, propone un impuesto al capital.
El crecimiento moderno y la difusión de los conocimientos permitieron evitar el apocalipsis marxista, mas no modificaron las estructuras profundas del capital y de las desigualdades, o por lo menos no tanto como se imaginó en las décadas optimistas posteriores a la segunda Guerra Mundial. Cuando la tasa de rendimiento del capital supera de modo constante la tasa de incremento de la producción y del ingreso —lo que sucedía hasta el siglo xix y amenaza con volverse la norma en el siglo xxi—, el capitalismo produce mecánicamente desigualdades insostenibles, arbitrarias, que cuestionan de modo radical los valores meritocráticos en los que se fundamentan nuestras sociedades democráticas. Sin embargo, existen medios para que la democracia y el interés general logren retomar el control del capitalismo y de los intereses privados, al mismo tiempo que mantienen la apertura económica y evitan reacciones proteccionistas y nacionalistas.
¿Cómo afecta a la democracia la desigualdad que perdura en el tiempo?
La desigualdad extrema es peligrosa para el crecimiento económico por la débil movilidad que trae y también es peligrosa para la democracia porque puede llevar a la captura de las instituciones políticas por una pequeña minoría. Es algo que se ve a lo largo de la historia, donde desigualdades muy fuertes impiden hacer reformas sociales y fiscales necesarias porque el proceso político está capturado por esa élite. Parte de la razón por la cual las élites europeas rechazaron hasta las guerras mundiales una serie de reformas fiscales y sociales es la fuerte desigualdad que existía en esa época, que hizo que las élites influenciaran los procesos políticos de una forma excesiva. Tenemos el mismo problema hoy en Latinoamérica. Y en Estados Unidos, donde la ausencia de legislación para limitar las donaciones privadas a los partidos políticos, con un fallo de la Corte Suprema que hace que los individuos o las grandes compañías pueden donar sin límite a los grupos de influencia política (Political Action Comittees), muestra una evolución muy inquietante.
Hay que enfocarse en el crecimiento o en la desigualdad. ¿Es un falso dilema? ¿Se pueden elegir ambos?
Todo depende del nivel de desigualdad del que hablemos. En un país que partiera de la igualdad absoluta, sin duda valdría la pena introducir un poco de desigualdad para tener más crecimiento. Pero América Latina no está en absoluto en esa situación. Lo que amenaza a Chile no es un exceso de igualitarismo. Viendo los niveles de desigualdad en la región, estoy convencido de que es posible reducir la desigualdad y al mismo tiempo aumentar el crecimiento. El nivel de desigualdad en América Latina es simplemente excesivo, más allá de los niveles aceptables desde el punto de vista del crecimiento. Ahora, esos debates continuarán porque no hay fórmulas matemáticas que permitan estar completamente seguros del punto óptimo, pero está lleno de pruebas en el resto del mundo que permiten demostrar que podemos tener mayor crecimiento con menos desigualdad en Latinoamérica.
Este libro actualmente es el “Best Seller” en el área de ciencias económicas; ya fue traducido al español y que pronto estará en las principales librerías del país.

P. Hinojosa

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