El populismo en América latina


El populismo en América latina
Pedro Hinojosa Pérez

Que es el populismo?
Se trata de un concepto político que permite hacer referencia a los movimientos que rechazan a los partidos políticos tradicionales y que se muestran, ya sea en la práctica efectiva o en los discursos, combativos frente a las clases dominantes.
El populismo apela al pueblo para construir su poder, entendiendo al pueblo como las clases sociales bajas y sin privilegios económicos o políticos. Suele basar su estructura en la denuncia constante de los males que encarnan las clases privilegiadas. Los líderes populistas, por lo tanto, se presentan como redentores de los humildes.
El término populismo tiene sentido peyorativo, ya que hace referencia a las medidas políticas que no buscan el bienestar o el progreso de un país, sino que tratan de conseguir la aceptación de los votantes sin importar las consecuencias. Todos los gobiernos intentan tener de su lado al pueblo. En consecuencia, el populismo se convierte en una tentación permanente. Un gobernante astuto sabe que decir la verdad puede ir en contra de sus intereses personales como líder y también sabe que cierta retórica resulta atractiva para el pueblo aunque no se corresponda con la realidad de los hechos. Al no haber una prueba concluyente sobre qué es populismo y qué no, estamos ante un término muy ambiguo, impreciso y complejo. De alguna manera, el calificativo de populismo depende más de la intención manipuladora de un gobierno o un gobernante que de la propuesta política concreta.
De acuerdo a un análisis realizado se tiene un concepto del populismo que está en boga. Se advierte que el populismo siempre es peligroso cuando se les otorga carta blanca. Los populistas niegan el pluralismo inherente a la democracia al reivindicar el monopolio moral de la representación. Siempre acaban diciendo que todos sus rivales por el poder son ilegítimos. Hay que satanizarlos o sembrarles pruebas de cualquier ilícito para anularlos políticamente. Entonces la política no es una cuestión de debatir sobre políticas, que sería lo normal. Los populistas siempre acaban llevando la batalla a lo personal, a lo moral. Los populistas terminan cuestionando que quienes no les apoyan no forman parte de lo que llaman “pueblo”.
Para los latinoamericanos hablar del populismo hace parte de la realidad política. Líderes que ofrecen promesas mesiánicas cómo: “llegó la hora del cambio”,  “llegó el tiempo de los menos favorecidos”,  el “problema son los extranjeros”, los “latinoamericanos somos más”, “fuera los gringos”, “el enemigo es el país vecino”, “es la hora de poner fin a la corrupción”, “fuera las corporaciones”, “arriba el producto nacional”, “ la derecha”, “el imperio”  estas y otras palabras, hacen parte de la retórica que estamos acostumbrados a escuchar.
A los populistas les encanta elevar el espíritu nacional, predicar que reivindican a los sectores de la población que han sido olvidados y recriminar las falencias  del establecimiento del entonces. Chávez, Kirchner, Pinochet, son grandes representantes del arquetipo populista de la izquierda y la derecha en Latinoamérica.
La transición bipolar entre la extrema izquierda y la extrema derecha ha tenido la misma consecuencia: Desigualdad social, caudillismo, bajo acceso a la educación, más corrupción, una excesiva dependencia de las materias primas;  por eso, la bipolaridad de nuestro sistema nos ha atrapado en una región con un desarrollo tecnológico incipiente.
Los latinoamericanos con algunas pocas excepciones no hemos sido capaz de “agrandar el pastel” de la economía,  así que hemos estado atrapados  en dos modelos nefastos:
Modelo Ultra Izquierda: La distribución de la miseria. Pregonando igualdad social crean un sistema que  aparentemente genera más bienestar social en el corto plazo. El problema es el gran costo. Los populistas de la izquierda aumentan las burocracias, satanizan la ganancia económica, violan la libertad de emprendimiento y debilitan los marcos institucionales del progreso económico.
Modelo Ultra Derecha: El juego del monopolio. El populismo de la ultraderecha favorece la creación de monopolios. Nada diferente al juego de mesa de los hermanos Parker donde al final unos pocos jugadores se quedan con todo a costa de pobreza y miseria del resto. El populismo de la derecha en Latinoamérica concentró el poder alrededor de la tierra y no del capital humano y conocimiento.
Pero un momento, si ambos sistemas son tan nefastos, ¿cómo es posible que estos modelos hayan perdurado en la historia de la política y economía latinoamericana?
Y la respuesta está en los recursos naturales. Los petrodólares o los ingresos derivados por la exportación de materias primas han pagado las facturas que alimentan los bolsillos de los grupos de  interés necesarios para permanecer en el poder.
El punto relevante es que desde el 2014 se acabaron los petrodólares que alimentaban los bolsillos de los populistas. Este gran cambio a nivel global está generando una gran tensión en la economía y política latinoamericana que posiblemente origine otras tendencias.
Algo que forma parte de la idiosincrasia del latinoamericano es su incesante búsqueda, en cualquier elección presidencial, de un Mesías, de esa persona que rápidamente y de la forma menos dolorosa, acabe con los problemas socio-económicos del país. Gracias a esto, los hábiles políticos del patio entonan discursos, reflejo de lo que quieren oír las clases menos favorecidas (las cuales son la mayoría en nuestra Latinoamérica), pero muy alejados de lo que realmente necesitan para salir de las estadísticas de pobreza.
A esta manera de hacer política se le denomina Populismo. Es la errónea concepción de que se ataca la pobreza redistribuyendo los ingresos y la riqueza, sin tomar en cuenta que la variable clave es el crecimiento económico (y las inmensas trabas a la inversión privada, su principal motor). El populismo es un fenómeno netamente político, no económico, el cual siempre estará destinado al fracaso. Para lo cual capturan la justicia, el parlamento,  las cortes electorales, etc. Como se verá son varios puntos de vista y también varias las conclusiones que se puede obtener.
Ejemplos de populismos en Latinoamérica
• En Venezuela tenemos las presidencias de Carlos Andrés Pérez entre los años 1989 y 1993, Hugo Chávez de 1999 y 2013, y finalmente, el de Nicolás Maduro desde el año 2013 a la actualidad.
• En Ecuador encontramos a los presidentes José María Velazco Ibarra en sus múltiples gobiernos y a Rafael Correa a partir del 2007.
• En Bolivia tenemos a la presidencia de Evo Morales desde el año 2006 en adelante.
• En Brasil encontramos tres presidencias populistas como Vargas en sus múltiples gobiernos, Lula desde el 2002 hasta el 2006 y Dilma Rousseff desde el 2011.
• En Chile existe una única presidencia como exponente de este tipo de política, la de Michelle Bachelet.
• En el caso de Argentina, varios analistas han caracterizado como populistas a todos los gobiernos electos.
• En Costa Rica podemos ver la presidencia de Rafael Ángel Calderón Guardia entre los años 1940 y 1944.
• En Puerto Rico hubo una sola presidencia populista, la de Luis Muñoz Marín entre los años 1949 y 1965.
• En México tenemos el gobierno de Lázaro Cárdenas entre 1934 y 1940.
El populismo le genera a una gran parte de la población la esperanza de que el gobierno le redistribuirá la riqueza de los ricos entre ellos, por lo que si al poco tiempo de instaurado el gobierno, los pobres no perciben una mejora significativa en su status de vida, se sienten obligados a realizar protestas callejeras para refrescarle a quien eligieron lo prometido. A la larga el torpe manejo de la economía, tratando de mantener la popularidad del gobierno, desencadenará fuertes desequilibrios macroeconómicos, que ponen en peligro la gobernabilidad y la democracia.
Mantener un discurso que magnifique la diferencia económica entre grupos, atenta contra el estado de derecho, ya que refuerza la mentalidad discriminatoria “ellos y nosotros”. Recordemos que cada individuo tiene el derecho de ser tratado igual a sus semejantes, sin importar su color, religión o nivel socioeconómico.
En la gran mayoría de los casos, estos gobiernos populistas terminan generándoles fuertes desequilibrios económicos a sus países, lo que hace que paradójicamente se incremente la brecha entre ricos y pobres. Viven constantemente al borde del caos pero sin caer.
Los populistas siempre realizan dos movimientos que excluyen al resto. Uno a nivel de partidos políticos, porque dicen que el resto de rivales son ilegítimos. Y otro al nivel de la población, diciendo qué gente forma parte del pueblo y cuál no. Esto siempre hace daño a la democracia.
Los populistas siempre hacen daño al sistema democrático reivindicando que ellos son los únicos que representan a la mayoría. En esta lógica, por definición, debe haber algo mal en nuestro sistema democrático, porque ellos no están en el poder. Para ellos, los partidos tradicionales manipulan el sistema para que ellos no estén en el poder. La irrupción del populismo en diferentes regiones y lugares, en épocas similares o diacrónicas muestran la característica, en cierto modo, adaptativa y ecléctica, de responder a determinadas condiciones comunes de atraso y desigualdad social y económica que traspasan las barreras del tiempo y el espacio.
Por ello, el populismo tenía bastantes motivos para resurgir –con variantes, obviamente- en los países del llamado "Tercer Mundo". Y América Latina dio el primer paso.
El populismo latinoamericano aparece como un fenómeno urbano; su base social y económica está en las ciudades más desarrolladas y en las que los sectores secundario y terciario tienen mayor dinamismo.
Características del populismo
·         El populismo latinoamericano es una manifestación política y social de rechazo y sustitución del régimen oligárquico de los Estados que fue incapaz de adecuar las estructuras políticas sociales del Estado al nuevo escenario generado por la industrialización, como por ejemplo, la prestación de los servicios básicos para satisfacer las nuevas necesidades básicas de la población de los asentamientos urbanos marginales. Tiene un propósito de inclusión social.
·         Como régimen político, en tanto sustituto del régimen oligárquico, adolece de instituciones políticas fuertes o sólidas, de allí que se pueda afirmar que era su dimensión más débil; lo que evitó que el sistema democrático que teóricamente debió afianzarse, con escasas excepciones, no se consolidó. Es más, fue oscilante entre democrático o aparentemente democrático y autoritario.
·         La base del desarrollo del Estado se sustenta en la industria nacional. El Estado dicta políticas económicas que buscan que la producción industrial tenga como finalidad la manufactura local de aquellos productos que anteriormente eran importados a fin de que se pueda contribuir a la disminución de su costo en beneficio de las grandes mayorías. Este modelo económico nacional tiene como finalidad fomentar el desarrollo industrial nacional sobre los intereses extranjeros.
·         En lo social se sustenta en un proyecto nacional o de nación cuyo propósito es el cambio de la estructura social existente, promovida en un inicio por la clase trabajadora que buscaba reivindicar derechos que históricamente les fuera negados y, luego, por los grandes movimientos de masas colectivas de orden político e ideológico y, además multiclasistas, que buscaban la transformación social progresista que constituía el fundamento motivacional de sus acciones revolucionarias.
·         En el ámbito de los derechos, se reconoce y permite el acceso a los derechos de corte social como a los derechos políticos tanto en su manifestación individual como colectiva.
·         Presenta rasgos clientelistas, en la medida que el líder vitaliza su relación con las masas a través de la persuasión continua del discurso político que es empleado como el medio fundamental de cohesión líder-masa.
Cambios en el horizonte
Después de 15 años de populismo parece que está llegando a su fin, al respecto Andrés Oppenheimer manifiesta: Estoy de acuerdo. Estamos viendo el comienzo de un nuevo ciclo político en América Latina. Después de 15 años en que los caudillos populistas de izquierda se beneficiaron de la mayor bonanza económica de la historia reciente gracias al boom mundial del petróleo y de otras materias primas, ahora sus gobiernos se están desmoronando. Todo parece indicar que la población perteneciente a la clase media  y que es mayoría, está contrariada de esta forma de gobierno.
Con los precios de las materias primas en picada, ya no tienen dinero para repartir, y la gente está cada vez más enojada por la rampante corrupción de sus gobiernos.
Lo triste es que la próxima generación de líderes latinoamericanos tendrá que hacer frente a la recesión económica que heredaron, y adoptar medidas de austeridad. Y en pocos años, los antiguos caudillos populistas le van a estar diciendo a la gente: “Conmigo te compraste tu primer auto”.
Si América Latina quiere romper su ciclo recurrente de regímenes populistas, la nueva generación de presidentes pragmáticos debe tratar de incluir en sus constituciones controles estrictos contra el despilfarro, y destinar un porcentaje fijo de los ingresos nacionales a la educación de calidad, la salud y la infraestructura. Ese sería el mejor legado de la nueva era del pragmatismo de América Latina.
El momento político tiene su periodo de surgimiento, desarrollo y declinación y lo que espera la población es,  que la transición sea lo más tranquila posible y que no afecte al ritmo económico que se está viviendo. Para la CEPAL, las economías de los países de América Latina y del Caribe tendrán una recuperación moderada en 2018 y en promedio crecerán un 2,2%. El organismo afirmó que el contexto económico mundial será favorable en los próximos años e indicó que el desarrollo de la economía mundial cerrará el 2018 en 3%.

Extraído de:
http://www.monografias.com/trabajos11/ El populismo en América latina durante la primera mitad del siglo XX.
https://www.definicionabc.com/politica/populismo.php

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