Impactos de una Guerra Comercial


Impactos de una Guerra Comercial
Pedro Hinojosa Pérez
Una Guerra comercial consiste en la adopción por parte de uno o varios países de tarifas o barreras al comercio con uno o varios países terceros. Este término es antónimo de libre comercio. De acuerdo a CNN: “Una guerra comercial es un posible resultado del proteccionismo. Describe una situación en la que los países toman represalias contra un país que impone barreras comerciales como aranceles y cuotas de importación. Esto podría dar inicio a una cadena de respuestas de “ojo por ojo, diente por diente” que aumentan las tensiones globales”. El arancel  es un impuesto o tributo que un gobierno asigna a una clase de bienes importados (los aranceles sobre las exportaciones son muy raros). En teoría, esto hace que los productos extranjeros sean más caros.
Los economistas por regla general opinan que este tipo de guerra es muy poco productiva, con una gran influencia negativa sobre el bienestar social y económico de las naciones implicadas; sin embargo, los politólogos consideran la amenaza que supone una guerra comercial como una importante ayuda a la hora de obtener concesiones de otros tipos.
Algunos economistas argumentan que algunas protecciones económicas son más costosas que otras que podrían conducir a la guerra comercial. Por ejemplo, si un país eleva sus aranceles, otro podría como represalia subir sus aranceles de la misma forma, pero incrementar los subsidios a cierto sector económico es una estrategia de más difícil represión por parte de un país extranjero. Muchos países pobres, por ejemplo, no tienen la posibilidad de elevar los subsidios a sus sectores económicos, por lo que son más vulnerables a este tipo de guerra comercial (véase por ejemplo el caso de la agricultura en Europa, cuyos subsidios impiden en cierto modo la competencia procedente del exterior, o al menos la limita). Al elevar la protección contra la exportación de productos más baratos, los países pobres se exponen a que estos productos sean demasiado caros para que su economía los pueda producir.
Recientemente el presidente de los Estados Unidos firmó dos documentos que prevén gravar con aranceles del 25% y del 10% a las importaciones de acero y aluminio, respectivamente. La reacción de distintos políticos y los expertos de todo el mundo no se hizo esperar. Algunos incluso vaticinaron que la medida pudiera provocar una guerra comercial a gran escala. El aumento de aranceles para productos específicos ha provocado una seguidilla de medidas por parte de ambos países, que pone en riesgo el millonario intercambio de las dos principales economías del mundo.
Consecuencias y principales afectados
El resultado más directo y visible posiblemente sea un aumento de los precios: los consumidores tendrán que pagar más por el mismo producto, "Si una empresa alemana, por ejemplo, vende carros en Estados Unidos, esta debe pagar aranceles más elevados para la importación de ese producto, y tiene dos posibilidades: asumir el costo o subirlo para que sea pagado por el consumidor. Y generalmente, ocurre este caso.
De acuerdo con un profesor de una Universidad de California, este tipo de disputas comerciales conducen a la interrupción del comercio y de las cadenas de suministro globales, lo que daña la rentabilidad de las empresas que importan insumos y exportan productos.
Pero los analistas aseguran que las meras amenazas de una guerra comercial también tienen su impacto negativo en los mercados de valores.
Por su parte, la directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, advirtió que una guerra comercial sofocaría el crecimiento mundial, luego que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, intenta imponer aranceles a las importaciones del acero y el aluminio. Las dos mayores economías del mundo se retan con aranceles a productos por valor de 50.000 millones de dólares cada uno. Y como consecuencia de dichas medidas todo está listo para ir a una guerra comercial entre los Estados Unidos y la China. Pero no todo queda ahí, sino, más bien parece que involucrara casi a todos directa e indirectamente.
Si este tipo de medidas pone en tela de juicio el comercio internacional, será un canal de transmisión para una caída en el crecimiento, una caída en el comercio y las consecuencias pagaran todos. señalaron.
"El impacto macroeconómico sería grave, no solo si Estados Unidos tomaran medidas, sino especialmente si otros países tomaran represalias, especialmente aquellos que serían los más afectados, como Canadá, Europa y Alemania en particular". Como se sabe, el presidente Donald Trump condenó el déficit comercial de Estados Unidos con otros países y anunció planes para imponer fuertes aranceles a las importaciones de acero y aluminio.
Eso provocó una respuesta global firme de los socios comerciales de Washington, así como críticas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Contraataque de la Unión Europea
La UE amenazó con imponer aranceles de hasta 25% a una serie de productos icónicos exportados por Estados Unidos, en caso de que el país confirme esta semana un nuevo impuesto a las importaciones globales de acero y de aluminio.
La lista de bienes visados, todavía en negociación entre los gobiernos europeos, incluye productos industriales, como vaqueros Levi’s y motocicletas Harley-Davison, y agrícolas, como maíz, cacahuetes y naranjas, confirmó la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström.
La medida no se adoptará hasta que la Casa Blanca confirme los aranceles al acero y al aluminio, a fin de que sea equivalente y proporcional al impacto que sufrirá la UE, explicó la comisaria en rueda de prensa.
“Hay que ver si se adoptan (los aranceles) y por cuánto tiempo, si es una medida temporal o si se extenderá por un largo tiempo. Porque entonces el impacto sobre la economía europea sería enorme. Miles de empleos estarían en riesgo en la UE”,  se afirmó.
De momento, Bruselas contempla un paquete de tarifas por un total de 2.8 mil millones de euros (3.4 mil millones de dólares), “totalmente en línea” con el reglamento de la OMC, según una fuente comunitaria.
Además los europeos se reservan el derecho de imponer sus propios aranceles al acero si detectan un aumento repentino en las importaciones por el desvío de cargamentos de China inicialmente dirigidas a Estados Unidos.
Se  aseguró que la UE no pretende desatar una guerra comercial con su principal socio, pero se siente obligada a actuar para minimizar el “profundo daño” que la estrategia de Washington causará a la economía europea.
El Banco Central Europeo (BCE) ha advertido de que dar marcha atrás en la globalización sería la respuesta equivocada a los problemas de la economía y solo serviría para alimentar la desigualdad y la desconfianza entre los países, ya que en una guerra comercial no existen ganadores, “solo distintos grados de perdedores”.
“El proteccionismo no es la respuesta adecuada”, ha advertido el representante francés en el directorio del BCE. El banquero galo ha subrayado que las políticas proteccionistas no resolverán los problemas sobre distribución de la riqueza causada por la globalización, mientras que provocarán un empeoramiento de las condiciones de vida. “No hay ganadores en una guerra comercial, solo distintos grados de perdedores”, ha añadido. “En otras palabras, el escenario general es netamente negativo para el conjunto de la economía mundial. Según las simulaciones del BCE el comercio mundial caería hasta un 3% en el primer año de aplicación de aranceles y el PIB mundial hasta un 1%. En el caso de la zona euro también habría un descenso, pero menor que en EEUU”.
Se ha apuntado que esta dinámica proteccionista acabaría provocando probablemente una desaceleración de los precios y de los salarios ante la expectativa de una menor demanda agregada y mayor desempleo, no solo en EEUU, sino globalmente.
Realizando un análisis de la situación, Paul Krugman premio nobel de economía manifiesta: “¿Y qué pasará cuando lleguen los aranceles de Trump? Habrá represalias, a lo grande. En lo que al comercio se refiere, Estados Unidos no es una superpotencia tan importante; China es también un actor enorme, y la Unión Europea es aún más grande. Responderán del mismo modo, atacando sectores estadounidenses vulnerables como la aeronáutica y la agricultura. Y las represalias no lo son todo; está también la emulación. En cuanto Estados Unidos decida que las normas no rigen, el comercio mundial se convertirá en una batalla campal.
¿Provocará esto una recesión mundial? Probablemente no. Esos riesgos se exageran, en mi opinión. No, el proteccionismo no causó la Gran Depresión. Lo que sí hará la futura guerra comercial, sin embargo, es causar mucha perturbación. La economía mundial de hoy en día se construye en torno a “cadenas de valor” que cruzan fronteras: un coche o un teléfono móvil contienen componentes que se fabrican en muchos países, y que después se montan o modifican en muchos más. Una guerra comercial provocaría un drástico acortamiento de dichas cadenas, y muchas fábricas estadounidenses acabarían siendo las grandes perdedoras, como ocurrió en el pasado, cuando se disparó el comercio mundial.
Hay un viejo chiste sobre un motorista que atropella a un peatón y después intenta solucionar el daño retrocediendo, y atropella a la víctima una segunda vez. Pues bien, los efectos de la guerra comercial trumpista para los trabajadores estadounidenses serán muy parecidos”.
A través del tiempo, la historia  señala que las guerras comerciales nunca fueron  buenas y, al contrario, siempre terminaron en resultados desastrosos y en un aumento del proteccionismo. Tal fue el caso de las confrontaciones comerciales en el siglo XIX y XX (Francia-Italia; Estados Unidos-Canadá) que llevaron a retaliaciones sucesivas, al aumento del proteccionismo en las naciones involucradas (como por ejemplo en Francia el arancel proteccionista de Méline de 1892; en Estados Unidos el arancel Smoot-Hawley de 1930) e, incluso, el desplazamiento de empresas hacia otros países (Canadá), evitando el costo gravoso para sus insumos.
Al temor de una espiral de retaliaciones, como la que se ha visto en otras ocasiones, hoy se suma la amenaza que las acciones significan para el sistema global de comercio, representado en la OMC. Entidad que, se teme, no tendría la capacidad para solucionar una disputa comercial, como la que se avizora, entre las dos superpotencias.
Ni el debilitamiento del comercio mundial, ni el aumento del proteccionismo son una buena noticia. La principal afectada es la globalización y su efecto virtuoso sobre la productividad, por caminos como los efectos sobre las cadenas de valor, entre otros.
Las escaramuzas entre Bolivia y el Perú
No hace mucho tiempo atrás existió una dura disputa por la quinua entre los productores de ambos países. El "grano de oro de los Andes" fue centro de una disputa comercial entre agricultores andinos de Bolivia y Perú por un lucrativo mercado que el año 2016-17 generó 254 millones de dólares en ventas. Por supuesto que no fue una guerra comercial entre productores de ambos países pero cada uno por su parte quiso que intervenga el estado con medidas impositivas y aranceles. Esto nos da una idea de los que puede ser una guerra comercial.
Una gran producción del grano en Perú desplazo a Bolivia, que hasta hace poco fue el primer productor y exportador mundial como consecuencia del boom que estalló hace una década en torno a este nutritivo y saludable cereal.
Empresas agroexportadoras peruanas han puesto la mira en la quinua por su gran demanda en Estados Unidos y Europa y han implantado una producción a escala industrial en tierras donde por siglos esa planta se ha cultivado artesanalmente en parcelas familiares en los Andes en los dos países.
"Los precios de exportación están bajando incluso en el mercado local porque la quinua peruana más barata entra de contrabando", dijo  el presidente de una de las mayores organizaciones de productores en Bolivia.
Tal fue así que medio millar de cultivadores del alimento salieron en protesta para pedir al gobierno de Bolivia cerrar la frontera al grano peruano. "No creo que sea coincidencia. Ellos (Perú) están metiendo su quinua para obligarnos a bajar los precios, pero es quinua convencional, la nuestra es orgánica", dijo declararon los dirigentes.
Hace una década, Perú apenas producía el 6% de la producción mundial de quinua mientras Bolivia contralaba el 90%, de acuerdo con la FAO. Pero en 2014, Perú superó a Bolivia con 95.000 toneladas producidas y 25.230 toneladas exportadas frente a las 84.000 toneladas producidas y 23.461 exportadas de Bolivia, aunque los bolivianos han obtenido un mayor ingreso debido al mejor precio de su quinua orgánica, según datos oficiales
"Es verdad que en Perú hay una gran producción este año, incluso con dos cosechas al año en la costa, pero los contrabandistas son bolivianos que llevan nuestra quinua porque tiene mejor precio", alegó desde Lima, Francisco Diez Canseco, director de Grupo Orgánico Nacional, el mayor exportador de quinua en Perú.
En esta guerra comercial, los papeles se han invertido. Hasta el año pasado la quinua boliviana orgánica llegaba a Perú de contrabando para ser exportada.
Este año quinua convencional producida con fertilizantes químicos en los valles y la costa peruana llegó a Challapata, un poblado en el sur del altiplano boliviano donde los agricultores tazan el precio en ferias semanales al aire libre.
"En lugar de sembrar algunos productores (bolivianos) prefieren contrabandear de Perú porque es más barata para mezclarla y exportarla poniendo en riesgo la reputación de la quinua boliviana", dijo Cautín.
"A nosotros nos provocó grave perjuicio que entrara a Perú quinua boliviana sin calidad de exportación y que productores de Perú la mezclaran para exportar", alegó a su vez desde Lima, Diez Canseco.
"Esta competencia no tiene sentido. Productores y exportadores de Perú y Bolivia deberíamos juntarnos en un consorcio para proteger el precio y la calidad", acotó.
"Fuimos privilegiados hasta 2012, no había competencia. Pero desde 2013 Bolivia y Perú se disputan la posesión del mercado. Los bajos precios de Perú restan competitividad a la quinua boliviana", dijo un empresario exportador boliviano
Muchos productores peruanos obtienen mayores rendimientos mediante el uso de fertilizantes químicos y en la costa lograron producir hasta dos cosechas al año gracias a la ubicación de los valles costeros.
En Bolivia unos 70.000 agricultores cultivan quinua orgánica en tierras más áridas que fertilizan con estiércol de llama aunque en los últimos años el cultivo intensivo obliga a usar insecticidas.
Perú cultiva quinua orgánica en su sierra en menor cantidad frente a la producción industrial convencional.
"Estamos viendo que Perú es más competitivo, puede vender a menor precio porque tiene mejor rendimiento y usa más químicos. Bolivia debe diferenciarse con su quinua orgánica pero hay que demostrar científicamente que es la mejor porque es difícil reconocer el sabor, no es como el queso roquefort", dijo un antropólogo y experto en granos andinos.
En medio de la demanda insaciable de Estados Unidos y Europa, el precio de la quinua orgánica trepó a poco más de 8.000 dólares la tonelada a principios de año y después bajo a 6.000 dólares. "Hay tanta oferta en el mercado por la gran producción de Perú que la baja de precios parece irreversible. En una década podría acabar el boom de la quinua porque otros países han comenzado a producirla, El año pasado vendimos a 347 dólares el quintal (50 kilos), hoy está en 260 dólares. Eso no cubre los costos de producción manifestaron”.
Con todo lo anteriormente manifestado podemos deducir que el proteccionismo  y el libre mercado a ultranza no son beneficiosos para el mercado, especialmente para el consumidor.
Datos capturados de:
http://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-43309754
http://www.emol.com/noticias/Economia/2018/04/10/901871/Las-cifras-y-los-hitos-de-la-tensa-escalada-comercial-entre-China-y-EEUU.html


Fuente de gráfico: https://www.google.es/search?q=diagrama++de+guerra+comercial+entre+eeuu+y+china


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