PANORAMA AGRICOLA
FAO: “Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en América Latina y el Caribe 2012″ (Prólogo)
Santiago, 22 noviembre 2012
Las estimaciones más recientes de la FAO sobre el hambre en el
mundo muestran que en las últimas dos décadas, el número de personas
subnutridas en América Latina y el Caribe ha disminuido en 16 millones,
lo que ha contribuido de forma importante a la tendencia mundial en este
mismo sentido, que muestra que, en el período mencionado, el planeta
redujo en 132 millones el número de personas afectadas por el hambre.
Estos datos dan cuenta de los esfuerzos realizados por la humanidad para
avanzar en el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Sin
embargo, se estima que actualmente 868 millones de personas sufren
hambre en el mundo. La sola mención de una cifra de tal magnitud revela
que todo lo realizado por los gobiernos, la sociedad civil y los
organismos de cooperación internacional es aún insuficiente.
El Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional 2012,
publicación de la Oficina Regional de la FAOpara América Latina y el
Caribe, parte de ese contexto para analizar lo que ocurre con la
problemática del hambre y la pobreza en la región. Como punto principal,
el Panorama 2012 subraya que el impulso al crecimiento que han
tenido las economías de los países de la región no se ha traducido en
una disminución de la vulnerabilidad a la que está expuesta una parte
importante de la población del continente. La CEPAL estima que
en el último año aumentó el número de personas bajo la línea de pobreza
extrema, mientras que los cálculos de la FAO indican que en los últimos
seis años la reducción del hambre se desaceleró y solo un millón de
personas dejaron tal condición.
Entre 2011 y lo que va de 2012 América Latina y el Caribe ha
mantenido una cierta autonomía respecto del desempeño de las economías
de los países más desarrollados, puesto que la región mantiene tasas de crecimiento positivas superiores a las de EE.UU. y la Unión Europea,
que han mostrado una mayor desaceleración. Este período también ha
estado marcado por alzas en los precios de los alimentos y las materias
primas que han mejorado los términos de intercambio para los países de
la región.
Aunque el futuro inmediato sigue marcado por la incertidumbre, hasta el momento la
inserción de las economías y de las agriculturas regionales en el mundo
ha dado como resultado un crecimiento con saldos comerciales
agroalimentarios positivos, y un mayor peso y preponderancia
del sector agrícola y sus encadenamientos productivos dentro de los
propios países. Sin embargo, cada vez que se hace referencia a la
región en su conjunto se deben tener en cuenta las enormes diferencias
que existen entre los países, según la dotación de recursos productivos y
la condición de exportadores o importadores netos de alimentos, y
también las diferencias que existen dentro de los propios países, según
el tamaño de los productores y la distribución de los ingresos entre los
distintos estratos sociales.
El desempeño económico de la región ha significado un aumento
de la importancia de los salarios dentro de los ingresos de las
familias, aunque en general persisten grandes carencias en relación con
las condiciones de empleo, tanto respecto del nivel de los
salarios como por la alta informalidad de las relaciones de trabajo. La
agricultura familiar, sector clave por su capacidad de proveer
alimentos, tampoco ha sido suficientemente reconocida y apoyada por los
gobiernos en este período.
De esta manera, los desafíos actuales no se limitan a las amenazas y
oportunidades que surgen con el alza de los precios de los alimentos,
sino que se ubican en un nivel superior, en el que se cuestiona
hasta dónde las estrategias de desarrollo de los países están
efectivamente orientadas a la integración de toda su población en los
procesos de crecimiento económico y a la distribución de los frutos del
desarrollo.
Estos objetivos, que trascienden el desafío de la seguridad
alimentaria, aunque la incluyen de manera destacada, están en el
horizonte de lo posible para la región. Los avances en la
producción y la productividad, así como en el desarrollo comercial,
muestran que con políticas adecuadas es posible alcanzar las metas de
disminución del hambre.
Con la publicación de este Panorama, la FAO busca aportar una mirada
de conjunto sobre los avances y los desafíos pendientes en los países en
materia de seguridad alimentaria y nutricional, así como respecto a los
factores que generan condiciones de vulnerabilidad, para lo cual se
analizan indicadores socioeconómicos y se describen medidas de
políticas adoptadas, a partir del hecho de que cada país desarrolla los
instrumentos para monitorear sus propios procesos en materia de
superación de la pobreza y disminución del hambre y la malnutrición.
Estas temáticas han adquirido especial relevancia en las políticas
públicas desde 2008, a partir de las crisis financieras y económicas
experimentadas en el mundo, que han implicado grandes desafíos para las
estrategias de desarrollo adoptadas por los países.
La FAO también postula que la región como
bloque debe hacer valer su peso en la producción y el comercio mundial
de alimentos, para incidir en la construcción de mecanismos de
gobernanza de la seguridad alimentaria y nutricional a escala mundial.
Del mismo modo, es necesario reforzar el apoyo a las instancias de
integración política y económica orientadas a la seguridad alimentaria
en el ámbito regional. Además, la FAOimpulsa la consolidación de
legislación e institucionalidad relativa a la seguridad alimentaria y
nutricional en los países, así como la mejora de los niveles de
transparencia y competencia en los mercados agroalimentarios
domésticos.
Para abordar esta problemática, el Panorama de la Seguridad
Alimentaria y Nutricional 2012 se estructura en tres secciones: la
primera analiza lo ocurrido con el acceso y la disponibilidad de
alimentos, consideradas como las principales dimensiones de la
seguridad alimentaria y nutricional, en lo que se incluye también el
comercio agroalimentario; la segunda describe la acción institucional de
la Oficina Regional de la FAOpara América Latina y el Caribe, a partir
de nuevos desafíos y orientaciones; y la tercera sección, bajo la forma
de un dossier, analiza la evolución de la pobreza rural durante la primera década de este siglo.
Cabe señalar finalmente que esta versión 2012 del Panorama de la
Seguridad Alimentaria y Nutricional no solo se presenta bajo la forma de
libro, sino también en soporte digital para una edición interactiva
que, además de reproducir textualmente los mismos contenidos que el
papel, permite navegar por bases de datos, cuadros y gráficos, para
ofrecer una gran cantidad de información adicional que habría resultado
inmanejable en su versión impresa. Esperamos que sea de utilidad para
los lectores e investigadores interesados en profundizar en la seguridad
alimentaria y nutricional de la región.
Raúl BenítezRepresentante Regional de la FAO para América Latina y el Caribe
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