Las múltiples dimensiones de la seguridad alimentaria
Las
múltiples dimensiones de la seguridad alimentaria
Se calcula que durante el período
2011-13 había un total de 842 millones de personas ―alrededor de una de cada ocho
personas en el mundo― aquejadas
de hambre crónica, es decir, que habitualmente no comen lo suficiente para
llevar una vida activa. Esta cifra es inferior a los 868 millones registrados
en el período 2010-12. El número total de personas subalimentadas ha disminuido
en un 17 % desde 1990-92.
En las regiones en desarrollo en
conjunto se han realizado avances significativos hacia la consecución de la
meta del primer Objetivo de Desarrollo del Milenio (ODM 1) relativa al hambre.
Si la tasa de disminución anual media
registrada durante los últimos 21 años se mantiene hasta 2015, la prevalencia
de la subalimentación se situará en un nivel cercano a la meta. Para alcanzarla
sería necesario realizar grandes esfuerzos adicionales de manera inmediata.
El crecimiento puede permitir
aumentar los ingresos y reducir el hambre, pero un mayor crecimiento económico
puede no llegar a todos. Además, puede que no desemboque tampoco en más y
mejores puestos de trabajo para todos, a menos que las políticas se dirijan
específicamente a los pobres, sobre todo los de las zonas rurales. En los
países pobres, la reducción del hambre y de la pobreza se logrará únicamente si
el crecimiento es no solo sostenido, sino también ampliamente compartido.
Pese a los progresos globales,
persisten marcadas diferencias entre las regiones. El África subsahariana sigue
siendo la región con mayor prevalencia de la subalimentación, con avances
modestos en los últimos años. Asia occidental no muestra progresos, mientras
que Asia meridional y el África del Norte muestran progresos lentos. En la
mayoría de los países de Asia oriental y sudoriental, así como en América
Latina, se han producido reducciones significativas tanto de la prevalencia de
la subalimentación como del número estimado de personas subalimentadas.
La seguridad alimentaria es una
condición compleja. Sus dimensiones ―disponibilidad, acceso, utilización y
estabilidad― se
entienden mejor si se presentan a través de un conjunto de indicadores.
La subalimentación y la desnutrición
pueden coexistir. Sin embargo, en algunos países las tasas de desnutrición,
según indica la proporción de niños con retraso del crecimiento, son
considerablemente más altas que la prevalencia de la subalimentación, según
indica la insuficiencia del suministro de energía alimentaria. En estos países,
son cruciales intervenciones de fomento de la nutrición para mejorar los
aspectos nutricionales de la seguridad alimentaria. Las mejoras exigen una
serie de intervenciones de fomento de la seguridad alimentaria y de la
nutrición en los ámbitos de la agricultura, la salud, la higiene, el
abastecimiento de agua y la educación, con especial atención a las mujeres.
Las políticas encaminadas a aumentar
la productividad agrícola y la disponibilidad de alimentos, especialmente
cuando van dirigidas a los pequeños agricultores, pueden permitir reducir el
hambre incluso allí donde la pobreza es generalizada. Cuando se combinan con
medidas de protección social y de otro tipo que incrementan los ingresos de las
familias pobres disponibles para la compra de alimentos, pueden tener un efecto
incluso más positivo y estimular el desarrollo rural, mediante la creación de
mercados florecientes y de oportunidades de empleo, haciendo posible un
crecimiento económico equitativo.
Las remesas, que han alcanzado un
volumen a escala mundial tres veces superior a la asistencia oficial para el
desarrollo, han tenido repercusiones significativas en la pobreza y la
seguridad alimentaria. Este informe sugiere que las remesas pueden contribuir a
reducir la pobreza y, por ende, a la reducción del hambre, a la mejora de las
dietas y, si se establecen políticas adecuadas, al aumento de las inversiones
en las explotaciones agrarias.
Para reducir el hambre es clave un
compromiso a largo plazo con la integración de la seguridad alimentaria y de la
nutrición en las políticas y programas públicos en general. Mantener la
agricultura y la seguridad alimentaria en lugar destacado del programa de
desarrollo, mediante reformas amplias y mejoras en el clima de inversión
apoyadas por medidas de protección social sostenidas, es crucial para el logro
de reducciones importantes de la pobreza y de la subalimentación.
Fuente:
FAO. RESUMEN 2013
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