Agricultura y pobreza

Agricultura y pobreza
La agricultura y la pobreza rural están estrechamente relacionadas y a menudo reflejan la especificidad de género de las relaciones económicas y sociales. La agricultura genera alrededor del 10 % del producto interno bruto (PIB) en los países de ingresos bajos y medianos y emplea a aproximadamente un 45 % de la mano de obra total (trabajadores remunerados y no remunerados en puestos de trabajo formales e informales, incluida la mano de obra familiar en la explotación agrícola).
Estas cifras demuestran que el valor de la producción por trabajador es mucho menor en la agricultura que en otros sectores, lo que implica ingresos bajos para las personas cuyos medios de vida dependen de ella. Los porcentajes que representa la agricultura en la economía y en el empleo son generalmente elevados en los países de ingresos más bajos de América Central, Asia meridional, África subsahariana y
otras regiones donde las tasas de pobreza permanecen elevadas.
Las mujeres proporcionan el 43 % de la mano de obra agrícola total en los países de ingresos bajos y medianos. Este porcentaje alcanza al menos el 50 % en numerosos países del África subsahariana y en otros lugares, en concreto en aquellos donde la pobreza está especialmente arraigada y las mujeres tienen pocas oportunidades de empleo en otros sectores. No obstante, las mujeres que se dedican a la agricultura se enfrentan a diversos obstáculos al acceder a los insumos, los servicios y los mercados agrícolas, lo que hace que les resulte particularmente difícil confiar en la producción agrícola como vía para salir de la pobreza (Quisumbing et al., 2014).
Tal como se ha expuesto anteriormente, a pesar de los progresos realizados en numerosas regiones, las tasas de pobreza siguen siendo persistentemente altas en muchos países, sobre todo en las zonas rurales. El crecimiento económico, en concreto el desarrollo agrícola, ha resultado esencial para reducir las tasas de pobreza; de hecho, el intenso crecimiento económico ayudó a reducir la tasa de pobreza mundial del 46 % al 27 % entre 1990 y 2005 (Naciones Unidas, 2011a). En China, por ejemplo, las tasas de pobreza y hambre han descendido drásticamente como resultado de un fuerte crecimiento general que comenzó en la agricultura. En otros lugares, en mayor medida en países donde la agricultura representa una parte importante del PIB y el empleo, el crecimiento iniciado en la agricultura ha resultado en especial eficaz en el aumento de los ingresos de los pobres.

Fuente: Estado de la agricultura mundial. FAO 2015

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