Desarrollo o crecimiento en las zonas rurales del país


Desarrollo o crecimiento en  las zonas rurales del país

PEDRO HINOJOSA
Las políticas sociales y económicas postulan la necesidad de contar con un capital humano capaz de enfrentar por si mismos los retos del mercado y de la globalización. Pero año que pasa las condiciones de vida se ponen más duras, en efecto, en las zonas rurales la cifra es impactante, ya que el 82% de su población es pobre y todavía es más dramático en las zonas expulsoras de población donde 9 de cada 10 personas viven en extrema pobreza. Estas cifras, muestran la magnitud del problema debido sobre todo a la  falta de desarrollo de las zonas rurales, y que necesariamente pasa por una reflexión acerca de la necesidad y las formas posibles de lograr ese desarrollo.

La causa principal es que el sector rural, a pesar de su contribución a la economía   y su carácter crítico como proveedor de alimentos, ha perdido importancia relativa en la economía. En efecto, el crecimiento económico del país se concentra en sectores de alta productividad, no es extraño, entonces, que las zonas rurales muestren peores indicadores y mayor incidencia de pobres que las zonas urbanas. Para superar estas diferencias, se tiene que buscar manera de encarar este problema y surge un conocido dilema ¿desarrollo o crecimiento?

El objetivo de toda acción política y económica es el crecimiento. Un país desarrollado es aquél que logra una alta producción capaz de abastecer las necesidades crecientes de su población. En esta concepción el sector que se visualiza como la locomotora del crecimiento es la industria. Se considera que la agricultura no tiene una contribución importante que hacer en ese sentido.

Sin embargo, en los países subdesarrollados hizo notorio que los procesos de extensión con la orientación señalada no tenían el éxito buscado, el optimismo se ensombrecía un tanto al comprobarse que no era suficiente el crecimiento para lograr la desaparición del hambre. La comprobación de que un crecimiento de la producción y del PBI no llevaba necesariamente a una distribución más equitativa del ingreso, y en algunas ocasiones la empeoraba por ejemplo, con la transferencia de ingresos de las zonas rurales a las urbanas por la baja del precio de los productos agrícolas, que no es compensada para el pequeño agricultor con una mayor producción, debido a imposibilidad de aumentar la disponibilidad de tierra.

En el desarrollo rural en particular, este cambio de enfoque tuvo aspectos positivos, en especial al enfatizar en el aumento de capacidades de los habitantes de zonas rurales como forma de aumentar el desarrollo. Sin embargo, los logros de los programas integrados y de una visión más amplia del desarrollo rural se vieron perjudicados por la excesiva complejidad y burocratización de los mismos, que intentaban abarcar demasiadas áreas a la vez.

En particular, en la actividad agrícola esto derivó en el cambio de la percepción sobre la manera de encarar la actividad de desarrollo rural: la producción agrícola, al distinguirse cada vez menos de la industrial, orientó los esfuerzos hacia la aplicación de criterios empresarios y de eficiencia económica. En efecto, el crecimiento es la única forma de intentar un enriquecimiento de los pobladores rurales. Sin embargo, el mismo no se logra enfatizando sólo el crecimiento, si los aspectos que hacen al desarrollo, mayor equidad en la distribución del ingreso y del acceso a la salud, la educación, etc., no se toman en cuenta.

Un programa de crecimiento que no se preocupa por los aspectos mencionados estaría afectando su propia sostenibilidad en el tiempo. Por otro lado, un énfasis excesivo en el desarrollo puede llevar a olvidar que el objetivo de una sociedad no es que sus miembros sean todos igualmente pobres sino igualmente ricos.  Entonces la sostenibilidad de políticas agropecuarias en el tiempo se constituye en una visión integradora del concepto de desarrollo rural. En efecto, toma lo mejor de ambas posturas.

El problema del desarrollo rural es suficientemente complejo como para que su definición genere variadas respuestas. En efecto, una región rural atrasada tiene multitud de indicadores de producción y sociales que muestran diferentes grados de privaciones, por ejemplo: producción para el autoconsumo, bajos niveles de rendimiento, ingresos bajos y además estratificados, así por ejemplo el ingreso familiar de regiones del sur de Cochabamba no tienen comparación con niveles de ingreso del trópico de Cochabamba o los valles meso térmicos de Santa Cruz.

Por todo lo precedentemente mencionado, el desarrollo rural es el más postergado  y abandonado. Esta situación se refleja en la alta concentración de pobreza extrema, bajos niveles de productividad y altos índices de disparidad entre las zonas rurales y urbanas.  Todo este panorama desolador nos indica que se debe realizar intentos por elevar la calidad de la inversión en las zonas rurales desde una perspectiva diferente y dentro de un enfoque sistémico e institucionalizado.

La agricultura y el desarrollo rural  enfrentan en la actualidad  nuevos y profundos retos, la planificación en el uso de los recursos naturales utilizados en la producción primaria, principalmente el suelo, el agua y la vegetación y su manejo sustentable son, indudablemente dos de los principales, sin embargo, los efectos del cambio climático se han hecho sentir con mayor intensidad en los últimos años, y estos efectos pueden alterar de forma rápida y radical todas las variables de la ecuación del desarrollo rural, por tanto es imprescindible la elaboración y aplicación de estrategias que  pongan en marcha acciones que permitan modificar y disminuir las tendencias que hoy día presenta el cambio climático; este en un problema global que requiere la participación y compromiso de todos para aspirar a alcanzar un desarrollo rural decoroso.

En este contexto, el papel del Estado y su intervención en el mercado es fundamental. Específicamente en los siguientes rubros:
  •  Asegurar la oferta oportuna de agua. Mediante la construcción de infraestructura de regulación y almacenamiento de agua para compensar la variación estacional de la oferta y el incremento de consumo de agua por la plantas
  • Mejora en la eficiencia del uso y manejo del agua
  • Mejoras en la infraestructura de conducción y distribución del agua
  • Mejorar la técnica de aplicación del agua
  • Prestar asistencia técnica y gestión de los sistemas de riego
  • Investigación de las condiciones de adaptación de la agricultura a las nuevas condiciones climáticas
  • Investigación en el manejo adecuado de cultivos, variedades y manejo de plagas
La CEPAL realizo proyecciones climáticas donde muestran un aumento paulatino pero persistente del promedio de temperatura y que presentaran cambios en los patrones de cantidad, intensidad y frecuencia de lluvias como un aumento en la temperatura entre 1º y 4º. Por nuestra parte percibimos el aumento entre 1º y 2º en el país,  que,  cambia totalmente la agricultura tradicional de las distintas regiones,  donde los cultivos son los más afectados porque en algunas zonas ya no se puede producir lo acostumbrado  generando malestar e incertidumbre entre los agricultores ya que,  ello implica que deben aprender a cultivar productos para ellos desconocidos.

Papa en plena floración en la localidad de Pocona
Cerca al 40% de la población nacional vive en las zonas rurales y basan su economía en la agricultura y es específicamente en estos lugares donde el cambio climático se hace sentir en toda su intensidad,  según la GTZ aplicando la agricultura bajo riego cuatro de diez familias han superado el nivel de pobreza y pueden cubrir sus necesidades de alimentación, vivienda, salud y educación. Similar número están transitando de la pobreza extrema a moderada y dos que se encontraban en nivel de indigencia alcanzar a asegurar la alimentación familiar.
Asimismo manifiestan que nadie puede predecir con certeza las consecuencias del cambio climático.
Por lo que si ignoramos las consecuencias que ello acarrea pueden poner en riesgo la sostenibilidad de la agricultura ya paulatinamente se requiere más agua para riego porque las precipitación se concentran en pocos meses generando por un lado precipitaciones de mayor intensidad y por otro, largos periodos de sequía; a esto se añade el incremento de la temperatura que genera mayor evapotranspiración y los cultivos requieren más agua durante su ciclo vegetativo.
Asimismo se detectó que el 68% del área bajo cobertura de sistemas de riego, es regada en verano y solamente el 32% cuenta con riego en invierno, que es precisamente cuando requieren mayor cantidad de agua. Esto nos indica la necesidad de implementar en todas partes canales de riego para poder minimizar los efectos del cambio climático.

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