América Latina vuelve a atraer inmigrantes


El nuevo Nuevo Mundo: América Latina vuelve a atraer inmigrantes
Infolatam
Madrid, 10 junio 2013
Por LUIS ESTEBAN G. MANRIQUE
Hasta los años cincuenta del siglo pasado, América Latina no dejó de atraer inmigrantes. Entre los años ochenta del siglo XIX y la primera mitad del XX, la región recibió 11 millones de europeos: 38% de ellos eran italianos, 28% españoles y 11% portugueses. La mitad se asentó en Argentina y casi un tercio en Brasil.
Hasta 1970 la región tenía una de las proporciones más bajas de emigrantes en relación a su población. La crisis económica de los años ochenta lo cambió todo. Solo considerando la migración hacia EEUU, la Cepal calculó que el número de sus emigrantes pasó de 1,5 millones en 1960 (0,7% de la población total) a 11 millones en 1990 (2,5%) a pesar de tener la menor densidad demográfica del mundo después de Oceanía.
Hacia 2000, los latinoamericanos representaban una de las corrientes migratorias más importantes del mundo, con un 10% del total mundial. En los años ochenta, los flujos de emigrantes mexicanos hacia EEUU fueron uno de los más intensos registrados nunca a escala mundial. En el caso ecuatoriano, se produjo una emigración rural transatlántica hacia España e Italia por primera vez desde los años veinte, cuando llegaron los últimos grandes contingentes de campesinos italianos y españoles a las Américas.
Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), las remesas de los inmigrantes latinoamericanos alcanzaron en 2003 32.000 millones de dólares, equivalente al 2% del PIB regional. En Honduras y El Salvador esos flujos de capitales se han convertido en su principal fuente de divisas.
La tendencia se revierte
Pero algo está cambiando de nuevo en el continente. Hoy casi es más fácil ver jóvenes españoles vendiendo artesanías en la Plaza De Armas del Cusco que músicos peruanos tocando quenas y sicuris en la Plaza Mayor de Madrid. No es extraño. Mientras el desempleo entre los menores de 25 años en España supera el 50%, la economía peruana viene creciendo a una media del 6% anual desde hace más de una década.
La inmigración española hacia la región se ha triplicado en el último lustro. Hoy la ciudad de México está llena de bares de tapas españoles mientras las pastelerías portuguesas se multiplican en los barrios paulistas. En 2004, 312 españoles y 202 italianos pidieron permisos de residencia en Buenos Aires. En 2011 esas cifras fueron 2.279 y 1.800, respectivamente.
Según la Jefatura Nacional de Extranjería de Chile, en los primeros cuatro meses de este año, se concedieron un 46,8% más visados de residencia que en el mismo periodo de 2012. Los obtenidos por españoles son los que más aumentaron entre 2011 (931) y 2012 (2.191), un 135% más.
Según un reciente estudio publicado en el American Quarterly por dos profesores de la Universidad Complutense de Madrid, entre 2011 y 2012 el número de españoles residentes en el extranjero aumentó un 6,7%. De los 1,8 millones de españoles que vivían hoy fuera de su país, el 57% está en América Latina.
Aunque un número importante de ellos son nietos de españoles que han adquirido la nacionalidad en los últimos años y latinoamericanos retornados después de vivir en España, el fenómeno es notable, sobre todo si se tiene en cuenta la rapidez con la que se han vuelto las tornas. La cadena española de hoteles Barceló, que tiene 29 hoteles en la región, tiene tantas solicitudes de potenciales inmigrantes españoles que ya no convoca plazas para trabajadores locales.
Algo similar sucede en Portugal. Un 2% de su población portuguesa –unas 240.000 personas– ha emigrado desde 2011, la mayor parte hacia Brasil y Angola. El Banco Mundial estima que hoy las remesas enviadas por portugueses a sus familiares desde Brasil exceden de lejos las remitidas en dirección contraria. Los españoles en Argentina envían hoy a casa más de 1.000 millones de dólares anuales, cuatro veces más que en sentido contrario.
Brasil, que ha creado 12,5 millones de puestos de trabajo en el sector formal en los últimos ocho años, admite hoy a más inmigrantes legales de Europa y EEUU que de sus propios vecinos suramericanos. Debido a su denso tejido industrial, Brasil y México necesitan cada vez más inmigrantes calificados y con experiencia para sostener su crecimiento.
Según The Economist, el 71% de las compañías brasileñas tiene dificultades para contratar personal cualificado, sobre todo en ingenierías, informática y ciencias exactas aplicadas. Aunque la región representa hoy el 8% del PIB mundial, dos veces más que en 2003, solo representa el 3% de la inversión en I+D, frente al 30% de Asia.
Según el QS World University Rankings, en filosofía hay tres universidades latinoamericanas entre las mejores 50 del mundo (la mexicana UNAM, la Universidad de Sao Paulo y la Universidad de Campiñas de Brasil), pero no hay una sola universidad latinoamericana entre las mejores 50 del mundo en física, química, ingenierías o informática.


La agencia de empleo Manpower estima que un ingeniero petrolero puede ganar en Brasil un 20% más que en Europa. Pero para aprovechar mejor el talento foráneo, muchas cosas tienen que cambiar. Mientras que en EEUU un 10% de la población nació fuera del país, en México ese porcentaje es apenas del 1% y en Brasil del 0,3%. Según el código laboral chileno, solo un 15% de los trabajadores de una empresa pueden ser extranjeros.
Otra de las asignaturas pendientes es la homologación de títulos profesionales. Hoy la validación de un título para un extranjero es un trámite kafkiano. En Brasil se necesitan unos seis meses para obtener un visado de residencia con permiso de trabajo y para muchos puestos se requiere aprobar exámenes en portugués. En México los extranjeros no pueden comprar propiedades inmobiliarias en zonas fronterizas o costeras o invertir en determinadas industrias.
Inmigración clandestina
El nuevo atractivo latinoamericano para la inmigración internacional ha comenzado a crear problemas no muy distintos a los que tienen los países desarrollados. Hace unas semanas, el estado brasileño de Acre tuvo que pedir ayudas al gobierno federal para contener una oleada de inmigrantes indocumentados venidos de países tan lejanos como Bangladesh, Senegal, Pakistán o Nigeria que ingresan al país clandestinamente a través de rutas controladas por organizaciones de traficantes de personas y cuyas redes se extienden desde Asia y África al Caribe y los países andinos.
Desde 2010, unos 5.000 haitianos han llegado a Acre. La mayoría de los indocumentados que son detenidos, son alojados en refugios temporales, estadios de fútbol o naves industriales que carecen de mínimas condiciones para albergar personas.
Hasta un 10% de la población actual de Acre está formada por inmigrantes que han llegado al país en los últimos dos años.
Muchos de ellos son haitianos que llegan a través de Panamá, Ecuador, Perú y Bolivia, donde pagan a ‘coyotes’ para que les crucen la frontera. Los senegaleses van primero a Marruecos y a España, desde donde vuelan a Ecuador y luego viajan por tierra a Brasil. Su destino final preferido es Sao Paulo, Brasilia y Río de Janeiro, donde la policía ha descubierto talleres textiles clandestinos donde los indocumentados asiáticos y africanos trabajan en condiciones de semiesclavitud para poder devolver los 10.000 dólares que pagan a las organizaciones que controlan las redes de tráfico de personas.
El boom de la inmigración intra-regional
Un fenómeno paralelo es la migración intra-regional en Suramérica. Según datos recientes de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), Argentina, Brasil, Chile y Uruguay se han convertido en los países que están atrayendo mayores flujos de inmigrantes de la región. En la última década, unos 700.000 suramericanos salieron de sus países para ir a vivir a un país vecino.
Del total, unos 500.000 fueron a Argentina, un país en el que 1.579.000 extranjeros solicitaron la residencia entre 2004 y 2012, según datos oficiales. Mientras que en 2004 se otorgaron 5.000 permisos de residencia a paraguayos, en 2012 fueron 177.593. En el caso de los bolivianos, la cifra pasó de 10.496 en 2004 a 86.509 el año pasado. En los últimos ocho años, 47.758 colombianos han solicitado residencia en el país.

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Entre 2000 a 2011, Uruguay recibió alrededor de 25.000 extranjeros, un 35% de ellos argentinos, seguidos de brasileños y españoles, con el 16% cada uno. Los italianos representan 7% de los extranjeros y los peruanos el 4%.
Desde 2002, Chile ha duplicado el número de extranjeros registrados como residentes. En 2002 el país tenía 84.464, hoy son 370.000, un 66% de ellos suramericanos. Los más numerosos son los peruanos, seguidos de argentinos y bolivianos. Pero los inmigrantes colombianos aumentaron en un 252% en la última década. En 2011 se concedieron 93.000 permisos de residencia. En 2012 fueron casi 120.000.
Venezuela, que antes fue un importante receptor de inmigrantes suramericanos, sobre todo colombianos y peruanos –pero también argentinos y chilenos durante el último periodo de regímenes militares en el Cono Sur–, hoy se ha convertido en un exportador neto de personas. El año pasado, la Oficina de Migración de Colombia registró la entrada de 181.674 venezolanos para residir en el país de forma permanente.
También el año pasado España recibió 3.881 solicitudes de residencia de venezolanos. En 2010, 215.023 venezolanos pidieron residencia en EEUU. Quienes llegan a Venezuela hoy desde el exterior lo hacen por razones políticas, especialmente desde Cuba, Irán y Rusia. Solo la llamada ‘Misión Barrio Adentro’, un convenio de colaboración médica suscrito entre Venezuela y Cuba, ha llevado a 44.800 cubanos a Venezuela. Con todo, los colombianos siguen siendo el grupo más numeroso en Venezuela, con cuatro millones de inmigrantes. De ellos, 870.000 han adquirido la nacionalidad venezolana y otros 202.000 tiene estatuto de refugiados.

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