IGNORAR LOS EFECTOS SECUNDARIOS Y LAS CONSECUENCIAS DE LARGO PLAZO ES LA FUENTE MÁS COMÚN DE ERROR EN LA ECONOMÍA
Parte II
Pedro Hinojosa
IGNORAR LOS
EFECTOS SECUNDARIOS Y LAS CONSECUENCIAS DE LARGO PLAZO ES LA FUENTE MÁS COMÚN
DE ERROR EN LA ECONOMÍA
Henry Hazlitt, tal vez el escritor popular más grande en economía, fue
el autor del libro Economía en una Lección. La única lección de Hazlitt
fue que, cuando se analiza una propuesta económica, uno:
"Debe rastrear no solamente los resultados inmediatos sino los de
largo
plazo, no meramente las consecuencias primarias, sino las secundarias, y
no únicamente los efectos en algún grupo especial sino en todos los
sectores."[2]
Hazlitt creyó que la falta de aplicar esta lección era, por mucho, la
fuente más común de error económico.
Es difícil argumentar sobre este punto. Una vez y otra vez los políticos
enfatizan los beneficios a corto plazo derivados de una política
mientras ignoran completamente las consecuencias a largo plazo. De
manera similar, parece haber un apoyo interminable hacia propuestas que
benefician a industrias específicas, regiones o grupos, sin considerar
su impacto en toda la comunidad, incluyendo contribuyentes y
consumidores.
Desde luego mucho de esto es deliberado. Cuando se buscan favores
políticos, los grupos de interés y sus representantes contratados tienen
un incentivo para realizar un cabildeo activo en su favor. Es de
predecir que exagerarán los beneficios mientras ignoran los importantes
componentes de los costos. Cuando los beneficios son inmediatos y
fácilmente visibles, mientras los costos son menos visibles y de mayor
impacto en el futuro, será fácil para los grupos de interés vender
argumentos económicos engañosos.
Es fácil señalar situaciones donde los efectos secundarios son
ignorados. Considere el caso del control impuesto sobre el alquiler de
apartamentos. Los proponentes argumentan que los controles reducen los
alquileres y hacen que las casas estén más al alcance de los pobres. Sí,
pero habrán efectos secundarios. Los precios bajos de los ingresos
deprimirán la tasa de retorno de la inversión en vivienda. Los
propietarios actuales podrían ser forzados a aceptar los bajos
arrendamientos, pero éste no
será el caso para los futuros propietarios.
Muchos de ellos canalizarán los fondos a otros usos, las inversiones en
apartamentos para arrendar van a reducirse y la futura disponibilidad de
apartamentos va a declinar. Habrá escasez y la calidad de los
apartamentos va a reducirse con el transcurso del tiempo. Estos efectos
secundarios no serán fácilmente observables inmediatamente. Es así como
los controles de alquileres son muy populares en las comunidades que van
desde la ciudad de New York hasta Berkeley, California, aunque la oferta
de apartamentos de alquiler se redujo, con resultados inmediatos de
pobre mantenimiento y escasez. Al respecto, el economista sueco Assar
Lindbeck dijo que "en muchos casos el control de alquileres de
apartamentos parece la técnica más eficiente conocida para destruir una
ciudad—excepto el bombardeo."[3]
Los proponentes de aranceles y cuotas para "proteger el
empleo" casi
siempre ignoran los efectos secundarios de sus políticas. Consideremos
los impactos de las restricciones al comercio que reduce la oferta de
automóviles extranjeros en el mercado de los Estados Unidos. Como
resultado de esta política, se expande el empleo en la industria
doméstica de carros. ¿Pero cuál es el efecto secundario en otras
actividades? Las restricciones incrementarán los precios para los
consumidores. Como resultado de los altos precios, los consumidores se
verán obligados a reducir sus compras en alimentos, ropa, recreación y
miles de otros artículos. Estas reducciones en los gastos disminuirá la
producción en estas áreas. Incluso hay efectos secundarios en el
extranjero. Al vender los extranjeros menos automóviles a los
estadounidenses, obtienen menos dólares con los cuales importarían
bienes de los Estados Unidos. Cuando los extranjeros nos venden menos
ellos tendrán menos poder de compra con el cual adquirir nuestros
productos. Por lo tanto, las exportaciones de los EE.UU. caerán como
resultado de las restricciones en las importaciones de automóviles. Una
vez que se consideran los efectos secundarios el impacto en el empleo es
claro. Las restricciones no crean trabajo, más bien lo redireccionan. El
empleo es mayor en la industria automotriz pero menor en otras
industrias, particularmente las industrias que exportan. Desdichadamente
los empleos de la gente que actualmente trabaja en la industria
automotriz son altamente visibles, mientras los efectos secundarios—la
"pérdida de empleos" en
otras industrias—son menos visibles. Es así que
no sorprende que mucha gente simpatiza con el argumento de los
"empleos
protegidos" aún cuando es claramente una falacia.
Consideremos un malentendido final que refleja la falta de considerar
los efectos secundarios. Los políticos frecuentemente argumentan que el
gasto del Estado en proyectos favorecidos expande el empleo. Desde luego
hay muchas buenas razones para el gasto del gobierno en caminos, el
aumento de la protección policial, la administración de justicia y
otros. Sin embargo, la creación de empleos no es una de ellas.
Supongamos que
el gobierno gasta $50 mil millones empleando un millón de trabajadores para
construir un tren de alta velocidad que enlace Los
Ángeles con San
Diego. ¿Cuántos nuevos empleos crearía el proyecto?
Una vez que se
consideran los efectos secundarios, la respuesta es ninguno.
El gobierno o debe utilizar impuestos o se endeuda para financiar el
proyecto. Impuestos por el monto de $50 mil millones reducirán el gasto
del consumidor y el ahorro privado, destruyendo por lo tanto tal
cantidad de empleos como el gasto del
gobierno pretende crear. Por otra
parte, si el proyecto es financiado con deuda, el préstamo incrementará
las tasas de interés y disminuirá en $50 mil millones la inversión
privada y los gastos en consumo. Como es el caso de las barreras al
comercio, el resultado es la reasignación de empleos, no la creación de
puestos de trabajo. ¿Esto significa que no se debe implementar el
proyecto? No necesariamente. Pero si quiere decir que la justificación
debe venir de los beneficios provistos por el tren de alta velocidad
antes que los beneficios ilusorios de una expansión del empleo.
Notas
[1] Adam Smith, An Inquiry
into the Nature and Causes of the Wealth of
Nations, (1776; Cannan's
ed., Chicago: University of Chicago Press,
1976), p. 477.
[2] Henry Hazlitt,
Economics in One Lesson, (New Rochelle: Arlington
House, 1979), p. 103.
[3] Assar Lindbeck, The
Political Economy of the New Left, 1970 (New
York: Harper and Row,
1972), p. 39.
Autores:James D. Gwartney y Richard L. Stroup
6 de diciembre de
2002
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